Doblado el Cabo de Hornos

Para los viejos marineros que singlaban las peligrosas aguas de los Mares del Sur, doblar el Cabo de Hornos, era garantía de tener casi la mitad del viaje superada. Aunque quedara aún travesía por delante, se tenía la certeza de que lo peor había quedado atrás; pues bien, a mí me pasa lo mismo. Que el tiempo vuela es un tópico tan cierto que me lo ahorro. Los que visteis la película "Gravity" recordaréis que cada minuto que vivían los viajeros interestelares en aquellos remotos planetas a los que habían llegado por un agujero de gusano, eran 7 años de vida en la tierra. Aquí, con permiso de Einstein y sus teorías, pasa lo mismo. Nadie diría que han pasado ya casi siete días desde que salimos de Oviedo. Es como si por aquí, el tiempo, corriera de otra forma. Mucho más rápido. El trajín que nos traemos es tal, que casi no nos da tiempo ni a cansarnos. Casi... La entrega de los monitores es total y todos, cada uno en su tarea y desde sus talentos están (estamos) unos a Rolex y otros a setas pero todos orientados al mismo fin: el bien de los acampados. Los guajes este año parecen haber encontrado la fuente de la energía sin fin, ¡no se cansan! y -creo- la percepción general es muy positiva.
Sería complejo resumir aquí y ahora tantas horas compartidas y, sabido es, una imagen vale más que mil palabras (depende de quién sea la imagen y quién escriba las palabras, claro...) y cada día os queda aquí un buen surtido de fotos y la ración diaria de noticias con lo que, imagino, os podéis hacer una composición de lugar de lo vivido diariamente. Que es mucho. Y variado.
Imaginad 60 niños desde ocho a dieciséis años conviviendo 24 horas al día en circunstancias tan dispares como son fregar unos váteres o las decenas de los platos, vasos y demás menaje de la comida; a los juegos de cada tarde o noche, a la playa, o a la oración y revisión de cada noche. Compartiréis conmigo que eso da para mucho... Y, tal vez, lo más significativo de eso no se pueda fotografiar. Ni contar en un Telediario por bueno que éste sea, que lo es... Lo más importante -al menos me gustaría- es algo que no quede grabado en ninguna tarjeta de memoria sino en su corazón.
Lo que hacen, lo que comen, a lo que juegan, claro que es importante. Pero no lo más importante.
Nos quedan tres días completos. Todos han pasado casi el campamento completo. ¿Pasará el campamento por ellos dejando una huella como dejaba para aquellos viejos marineros la singladura del peligroso extremo meridional de América...?
Ojalá.