Hasta aquí hemos llegado cuatro cientos en cuadrilla...

Pues sí, hasta aquí hemos llegado cuatrocientos en cuadrilla, si quieres que te cantemos, saca cuatrocientas sillas... ande, ande, ande... Bueno, tranquilos: aún no chiflé, pero permitidme iniciar estas aportaciones blogueras en tono navideño; no me negaréis que el tiempo vuela... Parece que fue ayer cuando dejamos Perbes 2016 y ya estamos inmersos de hoz y coz en el campamento de este verano de 2017. El viaje ayer cómodo y sin novedad alguna (como dicen los hijos de la Gran Bretaña, "no news, good news"). La primera tarde pasó de acuerdo al guión previsto; presentaciones iniciales, conocimiento mutuo, colocación en las tiendas con ajustes para satisfacción del personal... Los primeros momentos suelen ser los más difíciles; todo es nuevo. Especialmente para los que vienen por primera vez, algunos piquiñinos de ocho años... y bueno, a alguno siempre le entra un poco el mimín, pero nada, cuestión de minutos... La velada de la noche disolvió como por ensalmo todos los ataques nostálgicos y facilitó el conocimiento tan necesario para ir fortaleciendo los lazos de amistad tan necesarios.
A eso de las 23,30 llegó la hora del cuento que, como no podía ser de otra manera, versaba sobre la amistad: La Princesa de Ainedrag, una curiosa historia de una "princesa" del siglo XXI con castillo y todo que se comunica por correo electrónico con la vecina que se pasaba en su casa todo el día aburrida como un a ostra: moraleja y resumiendo que no es plan de contaros el cuento otra vez: quien tiene un amigo, tiene un tesoro.
Después del cuento, cada día, tenemos un rato de oración. Estoy convencido -al menos me gustaría- que estos momentos sean de los que les quedan grabados. Obviamente no lo vivirá igual uno de ocho años que uno de dieciséis, pero seguro que todos, a su manera, los disfrutan. Con las luces apagadas, tumbados en el suelo contemplando un cielo límpido y cuajado de estrellas y mecidos por el rumor sereno de este mar cercano que nos acuna... ¡coño! ¡algo tiene que quedar!
Y llegó el momento de la primera noche. ¡Ay que tiempos aquellos que no se callaba nadie hasta las tres o las cuatro de la mañana...! Se nota que hay muchos pequeños y enseguida todos rendidos a los brazos de Morfeo... son unos benditos... eso sí, hasta que a las 7,30 se cansan de dormir y empiezan a tocar la gaita; en fin, todo no puede ser perfecto... a medida que vayan cayendo las hojas del almanaque campamental, veréis como no asoma ni el gato hasta el toque de diana...
Y como está bien eso de empezar el día estirando un poco los músculos, pues a ensayar el baile matutino que ya es tradición. ¿Sabéis cuál es el tema escogido por nuestra coreógrafas...? Pensad, pensad... ¡Pues ese! ¡El puñe... Despacito! ¡Si es que me lo temía! En fin, paciencia...
Pues nada, a tragar y luego del desayuno a las tareas. Se nota que alguno/a es la primera vez que cogen un estropajo porque solo les faltaba buscar el manual de instrucciones.  Pero bueno, a todo se aprende.
Y ahora, mientras esto escribo, están camino de la playa donde celebraremos un reñido concurso de Castillos de Arena del que os brindaremos cumplida información.
Y tranquilos que en cuanto nuestro equipos técnicos monten el set y establezcan todo el equipamiento de conexión vía satélite, iniciaremos las emisiones de Perbes TV. Permanezcan atentos a sus pantallas...
A seguir bien.