Pues sí, fuimos peregrinos... bien es cierto que no salimos de Roncesvalles ni, más importante aún, de la Santa Iglesia Basílica Catedral Metropolitana de Oviedo -origen del Camino Primitivo por el que algún día el Gobierno del Principado debería pedir algún tipo de royalti- pero sí compartimos (más o menos) la felicidad de los miles de peregrinos que, a lo largo de la la historia secular, llegaban a este Monte do Gozo y veían, por vez primera, la ansiada silueta de la catedral compostelana. Desde allí iniciamos el caminín que nos llevó hasta la Plaza del Obradoiro. Sacamos las fotos de rigor y dimos una vuelta por las calles adyacentes a la espera de que disminuyera la cola para entrar a visitar el templo. Muchos de los niños no habían estado nunca en Santiago, así que, al menos, algún día recordarán que en su primera visita a Santiago no llegaron en coche con los papis, sino a patita, sano ejercicio donde los haya, como un peregrino más. El sol apretaba en Santiago así que me pareció buena idea ir a comer a una de las playas fluviales que hay en las proximidades; concretamente, al Refuxio, un área recreativa con zona para el baño en la orilla del río Tambre. La verdad es que el sitio está bien. Dado lo avanzado de la hora, las cuatro empanadas fueron devoradas como si de una legión de termitas se tratara y cayeron un buen montón de jamón serrano. Poco tardaron en meterse al río. Curiosamente, muchos también es la primera vez que se bañaban en un río, mira tú... cuantas cosas nuevas... Fue una tarde muy serena de la que tendréis cumplida información en el informativo de mañana que hoy, cuando nuestra supersónica conexión a internet tenga a bien, colgaremos la de actividades de ayer. Se nos amontona el trabajo, ye lo que hay...
Como venían cansados y hay que recargar fuerzas, la velada fue tranquila. Aprovechando que encontré en el ordenador viejo fotos de los primeros campamentos de la parroquia, allá por el pleistoceno medio, sirvieron para que se den cuenta de que todo esto no es flor de un día ni una aventura de nadie, sino que tiene una dilatada historia de 36 años. En aquellos años éramos conscientes de la importantica de estos días y muchas cosas han cambiado. La cutrez que teníamos y la precariedad de medios no restaban un ápice a nuestra ilusión y felicidad y, de alguna manera, marcaron carácter y aquellos días quedaron grabados en la memoria de muchos en letras de oro. Sirva un ejemplo de abuelo Cebolleta para ilustrar esos cambios: la primera vez que visité Santiago fue la primera vez que vine a Perbes. Hace... bueno, bastante, creo que estaba Fraga haciendo la mili todavía, y como no teníamos a nuestros amigos de la empresa Gilsanz, pues fuimos "a dedo". En grupos de cuatro nos pusimos en medio de la carretera y ¡hala! "Pa" Santiago. Y tras varios trasbordos, llegamos. Todos menos dos éramos menores. Si hoy hiciera eso lo más probable es que acabara en chirola. Pues en esas cosas sí se ha cambiado mucho pero, en lo esencial, no tanto. El estíritu de aquellos campamentos que tenían muy claro su objetivo es el que intento que perdure hoy.
Ojalá lo logremos. Merece la pena. Sin duda.
Mañana más.
Qué bonita visita y qué envidia, jolín.
ResponderEliminarQue día tan estupendo. La excursión una maravilla, muy bonita y para concluir esa parada en el rio....seguro que lo disfrutaron a tope.
ResponderEliminarGracias por estos momentos que les estáis ofreciendo a nuestros hijos. Los tendran siempre en su recuerdo. Mil gracias
Disfrutad que ya va quedando menos....
Qué día más emotivo. A veces están muy bien estas historias del abuelo Cebolleta, para que vayan viendo y reflexionen sobre la evolución de las cosas, y las facilidades que en ese sentido hoy tienen. Sólo lo bueno perdura... Y el ejemplo es el campamento, que año tras año sigue al pie del cañón y superándose, algo en lo que sin duda tenéis mucho que ver los que a lo largo del año trabajáis para que todo salga adelante. Está claro el espíritu del campamento, algo que sin duda lo hace diferente a los demás, tanto por los monitores, como premonitores y campistas. Sois todos geniales.
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